miércoles, 25 de abril de 2018

Comentario: Kamen Rider Kiva

Vienes buscando peleas de monstruos y te encuentras otra cosa...
Bueno, he postergado mucho hablar de esta serie. Y no, no es para nada señal de que me dejara mala impresión, que es muy buena... es solamente que a veces la vida y la inspiración se complican, lo que es una forma de resumir la historia de los Kurenai también. La vida es complicada, sea porque seas un genio o un híbrido, o un fan del tokusatsu con tendencia a procrastinar.

Esta serie tiene muchos aspectos diferentes que me apetece comentar y compartir su análisis personal con vostros, pero el primero de todos que entra al espectador, incluso antes que la historia, es la estética de Kamen Rider Kiva. La estética destaca en los monstruos, brilla en el Kamen Rider principal, y tiene sentido en el secundario (aunque no muy evidente). Si veis mi blog buscando la etiqueta de "Vampiro", veréis que soy fan de un juego de rol y que le doy importancia a los vampiros en la mitología, pues evidentemente en esta serie que toma conceptos de los vampiros (sobre todo el hecho de la seducción y el romanticismo) para terminar en algo muy gótico, si no de horror; sí de estética y emociones. Los monstruos son Fangires (juego de palabras resultado de la unión de fauce o colmillo y vampiro) están hechos de vidrieras y consumen fuerza vital con colmillos vítreos que hacen surgir de la nada. Su aspecto bestial es anunciado por un patrón de cristales rotos en sus rostros, pero en su forma humana son longevos y capaces de sentir emociones. El Rider principal, Kiva, recupera mucho de lo que Kuuga tenía, aspectos y estilos de combate que cambian con cada aspecto, y con una tonalidad de color añadido; casi coincidiendo en colores, pero también sigue la estética de los monstruos. Dado el motivo principal en la serie la cual es la estética y temas de los monstruos occidentales, también para sus aliados, el aspecto de Kiva no es solamente un murciélago, también tiene elementos de dragón occidental y de calabaza de Halloween. El Kamen Rider secundario, IXA, me recuerda a un paladín, a un cazador de demonios o de vampiros, incluidos motivos de cruces y similares, aunque se sale de la estética principal.

Otro elemento estético muy interesante, es que la trama de la serie transcurre entre dos épocas. Una es el momento presente de la serie, el año 2008, mientras que la otra parte transcurre en paralelo cuando se originaron las circunstancias de los protagonistas actuales, durante el año 1986. Esto influye en la forma de contarnos y mostrarnos la historia de dos formas distintas, con vestuarios y filtros de cámara que envejecen y localizan, además de varias formas de mostrar ese paso del tiempo intermitente y acelerado, como cerámica con las fechas en la pared o un perro muy mayor en el presente pero un cachorro en el pasado. Esto afecta incluso los personajes que nos muestran, no queriendo forzar la verosimilitud en muchos personajes con envejecimiento de algunos. Para los pocos que hay, o se usa esa capacidad de no cambiar para hacer un chiste o explicada como señal de su origen sobrenatural. La verdad es que se agradece el esfuerzo en esto.

Y todos estos elementos sirve para el lucimiento de los personajes, el centro de la serie son estos. Incluso puedo decir que la trama en sí es sencilla para Kamen Rider: Los Fangire cazan a los humanos, sin un gran plan último o razones complejas, se alimentan de ellos. En los años 80, un equipo desarrolló una tecnología para combatirles, pero antes de usarla esos científicos fueron exterminados por uno de ellos. La hija de una científica de aquel proyecto, Yuri Aso, se une a la Maravillosa Organización Aozora para combatir a los monstruos. Durante sus investigaciones y caza a uno de los Fangires conocerá a Otoya Kurenai, pícaro y genial violinista que decide acompañarla porque se ha enamorado de ella. 22 años en el futuro, conocemos a los hijos de ambos a la vez que estos mismos se conocen. Wataru Kurenai es un recluido joven que teme al mundo, y Megumi Aso sigue los pasos de su madre como cazadora de Fangires. Y si cuento mucho más revelaría aun más de la historia, así que simplemente os hablaré de Keisuke Nago, joven cazarrecompensas con una actitud estricta y dogmática, que es parte de la organización cazadora de Fangires, y usuario ideal para el sistema IXA. Wataru, hijo de un humano, es capaz de usar un poder que antes solamente tenían los Fangires, es Kiva, y mantiene en secreto su auténtica naturaleza mientras el legado de su padre, el violín Bloody Rose, le guía a la batalla contra los Fangire. También conoceremos más de los Fangire y otras criaturas similares que son sus enemigas.

El progreso que hacen estos personajes, los del pasado y los del presente, así como quienes están en ambos tiempos, es lo más importante de la serie junto a sus penas y su resolución. Como Wataru aprende a relacionarse, o Nago a ser tolerante; o a Otoya a ser algo más que un genio sin vergüenza, es la evolución y aprender a verles de otras formas, son estas las que terminan de dar sentido a toda la serie. Añadido está el drama que destila esta serie, tanto con los protagonistas como con los villanos, (que aunque son monstruos, son criaturas de emoción, matan siempre llenos de ansia o por rabia que no pueden controlar), en todos ellos sus obsesiones y sentimientos les dan razones para actuar y reaccionar a los acontecimientos y demás personajes. De nuevo insisto, humanos cometen errores, aprenden, se sienten solos o se sienten apreciados; por eso me gusta definir esta serie como romántica, no solamente por el melodrama, si no en la aproximación a la historia en sí misma, con los personajes y sus emociones en el centro de todo.

Y dejo la música para el final, que es otro elemento importante. Fundamental incluso. Con un violín y un violinista como legado, la música es fundamental en Kiva. Y dado que varios de los actores eran miembros de grupos o participaron en música desde esta serie y después; hay mucha música basada en sus personajes. El estilo, que se mueve entre la clásica, el J-Pop y el J-Rock, me encanta. Y me gustan muchas de las canciones que tocan, pero sobre todo esta:


Pronto, prontísimo, más cosas de parte de vuestro amigo y ciber vecino Mario.

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