sábado, 26 de enero de 2013

Facción de Eutánatos propia para Mago la Ascensión


Kokkaimori: Guardianes de las Cenizas
Léxico

Bakuchiuchi/bakuto/gyambura-/bó dú[Chino] (jugador/”gambler”)
Burakumin/buraku (descendientes de los eta)
Daikokuten (Dios de la Gran Oscuridad, dios de granjeros y comerciantes que promueve la fortuna a quien roba sin ser descubierto, además controla las inundaciones; un aspecto de Shiva.)
Ebisu (Dios de la suerte de Japón)
Gakidou (Fantasma hambriento, un Kuei jin)
Hakamori (guardián de cementerio)
Jibakurei (Fantasma de una víctima de suicidio)

Kaishakunin (Quien da el segundo corte en un seppuku)

Keiri (Ejecutor o verdugo)
Kokkai (ceniza de hueso quemado)
Kyonshi (Cuerpo reanimado, tanto un Kue jin como otras clases de seres nigrománticos)
Maisou (Enterramiento apropiado)
Meng Pol (Diosa del Olvido, reposo y paz)
Mukuro/shi/shishi/shibito/shinin/shigai (cuerpo o cadáver, no confundir con los Sih)
Onryou (Fantasma vengativo)
Shinigami (dioses de la muerte, guías de almas)
Shoushitai (Cuerpo o cadáver)
Yukan (Acción de limpiar, purificar o preparar el
cuerpo para enterrar)
Durante casi dos mil años, debido a las antiguas Guerras del Himalaya, tanto los magos de la muerte y el destino hindúes y los contemplativos monjes guerreros de las después conocidas como Tradiciones de los Eutánatos y la Hermandad Akáshica han en teoría respetado cada uno su territorio y soportado un incómodo fin de las hostilidades. Sin embargo, monjes de ideas Akáshicas se han encontrado bien integrados dentro de la cultura y territorios hindúes típica-mente Chakravanti (otra manera de llamar en la India a los cultos Tanatoicos), siempre eso sí, permaneciendo con un perfil bajo. Lo mismo pasa, pero con un perfil aun más bajo en China y Japón, con base en ciudades portuarias y dentro de lo peor de la sociedad, residen los Bó dú, jugadores de casinos y apuestas clandestinos, pertenecientes a la secta de los Lhaksmists de los Eutánatos más actuales, secta más dedicada a la suerte adorada bajo la forma de la Diosa Shaktí, o Xiwangmu en China y otras partes de Asia, la contraposición al Dios supremo y señora del oro. Respetando el papel de la Gran Señora Nüwa como creadora y mantenedora de las murallas del mundo, se dedican a afectar a la suerte de aquellos con quienes se encuentran, equilibrando así el mundo; y en el proceso, llevaron el respeto a los Dioses de la Fortuna desde su India original a China y Japón, incorporando incluso a uno a quien consideraron de los suyos, Ebisu. Ésta es la primera pieza.
Por otro lado, dentro de las facciones Cuentasueños de Japón, estaban aquellos nacidos en la parte más baja de la sociedad japonesa: los actuales Burakumin, antes conocidos como Eta. Esta población sigue teniendo graves problemas para integrarse en el Japón moderno, sólo debido a lo poco digno o puro de su origen (artistas, curtidores y muchas veces enterradores y similares). Algunos Despertados de esta etnia, furiosos por ese desprecio, re-negociaron su posición, ascendiendo en la escala social mediante tretas y reformas sociales uniéndose a la Corte de los Cerezos, y ocultando su linaje forman el grueso de la agresiva Convención de la Zaibatsu (dentro de la propia Tecnocracia); mientras que otros no olvidaron su papel como vigilantes de los muertos, y dentro de las filas de los Cuentasueños (normalmente entre la Sociedad de la Rueda Fantasma o como Solitarios) observaban y esperaban, intentando poco a poco mejorar el mundo no para ellos si no para sus herederos y familiares; pero siempre atentos a los movimientos desde el otro mundo, guardando de los fantasmas hambrientos a los parias de la sociedad japonesa, actuando como guardianes de los difuntos o Hakamori (nombre no insultante para la secta, al revés que Buraku). Ésta es la segunda pieza.
Por último, hace siglos 47 samurais juraron vengar a su señor, y para ello llevaron una vida de iniquidad y se mezclaron con gente infame, para a su debido momento cumplir la venganza. Sin embargo, aquella deuda con el gran orden y el propio honor con su familia; a la que dejaron por encima de la venganza, les costó una serie reencarnaciones y de castigos. No se sabe bien si alguno de ellos se vio anclado, pero unos cuantos de ellos o eran Despertados, o se convirtieron en ancestros de unos cuantos (y los vieron como sus avatares). Estas almas siguieron cargando el peso de sus pecados en su karma, y cuando muchas vidas después surgieron de nuevo en el mundo, parece ser que las 47 ya estaban en cuerpos de Despertados, algunos creen que de hecho ninguno cayó en ser una criatura de la noche (un Kuei-jin o Gaki) pesea su pecado por lo justo de su causa y su deseo de enmienda, y en gran medida según algunos, porque dominaron su propio karma y sino. Sus almas gravitaron a la Hermandad Akashica, principalmente a los grupos de los Li-Hai, Kannagara y Vajrapani en Japón, sirviendo a los Shi-Ren como ejecutores y Kaishakunin, compañeros en el seppuku que aseguraban tanto la muerte como el honor del celebrante. Campeones frente a la oscuridad, la traición y la vileza; aparecían en momentos importantes como guerreros, destacando durante la reconstrucción tras la Segunda Guerra Mundial, destruyendo a Nefandos durante décadas, y limpiando a muchos magos en ceremonias kármicas. Ésta es la tercera pieza.
Hace unos pocos años, todas las piezas se reunieron. Fue algo que se anunció a algunos de todos ellos, con un estruendo y un silencio. En un lugar de las afueras de Tokio, fantasmas hambrientos se alzaron furiosos, y tantos fueron; que las fuerzas entrópicas, psíquicas y espirituales alertaron a los que luego formarían los Kokkaimori. Consiguieron contener esta extrema amenaza, y se ayudaron mutuamente varios grupos y magos individuales a escapar de una extrema respuesta de la Tecnocracia, que los quiso ver como los primeros causantes. Ese estruendo pasó, y un gran silencio sucedió. Varias de las encarnaciones más veteranas de los Kaishakunin, ya guarnecidas en templos dispersos, se reunieron en un lugar, el mismo donde juraron venganza a pesar de todo. Y allí mismo fallecieron, pero no antes de mandar un mensaje; un mensaje mental tanto a sus hermanos, para que les buscaran en las nuevas encarnaciones, una nueva misión y a sus compañeros de Tradición ajenos a esta reencarnación compartida, una despedida.
Un tahúr de la cohorte de una familia Jakuza, un Lhaksmist, que reconoció a uno de los espadachines que contuvieron el ataque de los no muertos también tuvo su importancia. También vio un signo del destino, una marca que le indicó que debía integrarle a él y a sus ahora ronins camaradas en su Tradición, ¡Algo peliagudo hablando de las dos amargas adversarias tradiciones!. Y aunque los ronins tenían conocimiento de quienes eran, sus recuerdos en los secretos más importantes de su antigua Tradición se habían evaporado. Una intensa y peligrosa situación, templada por la desaparición de secretos comprometidos, terminó con una separación amable, un repunte inesperado y algo que algunos artistas y monjes marciales ven como una traición; pero que tienen que admitir, que el dharma y el karma les ha llevado ahí y no ninguna maldad o ambición terrenal. Los Cuentasueños Shinto dejaron libres a sus compañeros enterradores, en gran medida porque pese a la estructura, siguen siendo una Tradición más atenta a los designios de los Kami y los ancestros; o directamente no les importaba en absoluto o lo agradecieron, librarse de sus primos impuros.
Filosofía: El Karma, entendido como la ley que determina lo que está bien y lo que está mal, hace a todos iguales. Ésta verdad ha sido aceptada por todos los componentes de la Facción. El poder de esto en la reencarnación individual, en el paso al otro mundo y la vida diaria es visto de manera levemente diferente según cada una de las sectas reunidas; con diferentes métodos hacen que se cumpla o lo abrazan, siempre con la misma devoción.
Dioses y ancestros guían más fuerte que nunca a todos estos magos, ayudando a lograr un lugar en la Rueda, injustamente privada durante mucho tiempo. Al mismo tiempo esta guía evita que busquen abusar de la justicia. Ese puesto de Shinigamis (o dioses de la muerte). Los elementos más cercanos al budismo y la filosofía asiática de la secta hace que en parte sean la reconciliación de los paradigmas tanatoico y akáshico.
Títulos: Aceptan los títulos de la Tradición, aunque apenas han ganado posiciones de respeto, aunque en ocasiones emplean términos japoneses en lugar de sánscritos. Los antiguos Lhaksmists han recurrido a los vínculos con los otros miembros, pasando por nuevas iniciaciones cuando no han sido ellos los mismos Gurus (o Senseis) de sus compañeros. Además de ellos, los Burakumin han ascendido especialmente a posiciones de similares, aunque además de Acarya (ellos prefieren Sempai en ocasiones) prefieren ser conocidos como Hokaimori-el mismo nombre que prefieren para sí mismos-, y por contra pocos Kaishakunins han conseguido trascender del rango de Chelas (Kouhai, “pequeño compañero”), precisamente porque todos ellos tienen algún superior vigilando los (tanto para evitar que caigan el en Jhor como que vuelvan a ser de la Hermandad).
Sectas: Tres sectas forman esta nueva Facción, cada una con un origen distintos, de puertas fuera de si misma (incluidos otros Eutánatos) ellos son Kokkaimori antes. Pero aún hoy las diferencias son marcadas, aunque de manera complementaria entre ellos.
Los Bakuto o Gyambura traen la buena fortuna, además de hacer la veces de intermediarios y mentores en las vías de los Eutánatos a sus nuevos compañeros. Dado su origen, algunos de ellos además son los enlaces con tecnomantes (pese a que ninguno destacase especialmente, conocen algunos de sus trucos), aunque estos astutos pícaros nunca fueron los más avanzados, prefiriendo una mezcla de uso del azar, magia urbana y trucos con dioses propicios. Además de los buscavidas de toda Asia, la facción ha reunido a magos independientes de la suerte, la muerte y Huérfanos de Japón y otras ciudades isleñas o asiáticas, además de nuevos aprendices propios. Ebisu y Daikokuten son sus principales patrones. Ellos aportan por tanto el mayor número y variedad a la Tradición. Son los especialistas en Entropía, además de Fuerzas y Correspondencia.
Los Hakamoris, término no despectivo para los Burakumins, son los que más empaque y misión colectiva dan, además de cierto liderazgo o consejo. Ellos esperan que puedan romper el paralizado karma social japonés, que apenas ha hecho nada por los desafortunados, en base a unas tradiciones que parecen someter a toda la población, pero especialmente a sus familias y aliados. Sus trucos sobre el otro mundo gracias a pactos con los shinigami y los fantasmas siempre fueron algo que antes no compartían, pero ahora es un orgullo y una parte importante de la magia de la facción, además de haber contribuido a la tradición con su rituales funerarios y parafernalia, partes de las prácticas más importantes. Suyos son el empleo de Kokkai para la magia de la facción, y la Kugan (purificación) como forma propia de Buena muerte. Intentan por todos los medios de mantener a los fantasmas errantes, los gakidou (vampiros orientales o Kue-Jin de los Clanes Genji y Bishamon por igual) y otras criaturas sin que ataquen a los mortales, y al mismo tiempo mantener a los ancestros en contacto con su familia y comunicar a ambos. Saben que los Dragones Elementales, y los Dragones Metálicos, han abusado del uso del orden, y que el karma por ello puede arrastrar a toda Asia. Siendo ya usuarios poderosos de Espíritu, Materia y Tiempo, la adición de Entropía y los secretos Eutánatos puede convertirlos en una poderosa pieza del Reino Medio.
Los Kaishakunins (en ocasiones llamados de manera despectiva Keiri o ejecutores) aportan un poder marcial, aunque no todo el que podrían. Cuando dejaron la Hermandad, la mayoría de los miembros no eran poderosos, apenas aprendices, iniciados y discípulos; excepto una docena que había alcanzado posiciones de sabios y respetables monjes. Ellos murieron y mandaron recuerdos y mensajes justo al hacer ese suicidio, una ceremonia secreta y honorable de seppuku que cortó los vínculos entre los 47 y la Hermandad. Algunos dicen que uno de ellos fue atendido, cuando comenzaron su venganza, por un tahúr y una esclava; cuyas almas se reencarnaron luego en magos de sus ahora compañeros. Una partida y compartir agua fue un momento de iluminación, que fue el origen de de todas las partes. Eso es lo que recordaban, eso y la misión de encontrar al resto, cosa que parecen haber logrado. Su dominio de la reencarnación y el karma personal destacan, junto con habilidad con la katana, mejorado con el entrenamiento (fuera de Japón en este caso) de manos de los Caballeros de Radamantis, les hace muy buenos con el uso de ésta en trucos de Mente y Entropía, mientras parte innata de su entrenamiento en combate, además de sus Vidas Pasadas o Sueño, les hace proclives en recordar secretos antiguos (las esferas de Vida y Cardinal son sus favoritas), empleando una mezcla de focos y magia Eutánatos y hechicería oriental, usando la de manera marcial, juzgando a los enemigos de aquellos a los que han jurado proteger (el pueblo japonés, las Tradiciones y a sus nuevos aliados), usando su espada para purgar el mal. Los rumores de que algunos de ellos dominan caminos Shinobi, y que los abrazan con profusión antes que la agotada vía samurai aumenta en parte su mala reputación entre otros Chi'inta, especialmente entre sus antiguos Hermanos. 



(Aclaro que no soy propietario de parte de lo que he escrito, os recomiendo leer los libros Mago - La Ascensión, Estirpe de Oriente, Tokio NocturnoTradition Book: Euthanatos y Dragons of the East. Cómo siempre gracias por leer, escribid y si os apetece dar alguna idea a vuestro amigo y ciber vecino Mario siempre será bienvenida)

1 comentario:

  1. Caray cuanto palabro raro. Yo que siempre he sido de las traducciones italianas.

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