domingo, 12 de septiembre de 2010

Fabulaciones Urbanas II - Kebab a un euro

[Segunda, pero no última, fabulación del blog, hoy esto está de estreno]

-Venga un euro, es que es lo que me hace falta para coger un autobús a Coslada - Era la enésima vez que Gus hacía la misma perorata, ya tenía 12 así, llevaba toda al tarde, de estación en estación, y había de admitir, que esta vez se estaba pasando; no se cogía desde aquí ningún bus a Coslada... pero al ser una estación de Metro...
-No, no tengo suelto lo siento -decían unos.
-No, lo siento tengo prisa - aplacaban otros sin mirar le si quiera y acelerando el paso.
Eran pocos los que le daban, pero esos pocos... le pagaban un buen botellón. Pero le fastidiaban los listillos que lo decían...
-No, que tú ni sabes donde está Coslada - cabrones. Gus no hacía nada malo, se lo pedía amablemente, le tenían que agradecer, porque podía ser más convincente... y eso haría para conseguir una botella de whisky mejor, necesitaba un euro más; y casi sin mirar a quien se lo decía:
-Venga un euro, es que es lo que me hace falta para coger un autobús a Coslada - dijo ya preparado para un cambio de humor.
-Vale toma - le dijo su interlocutor, un chaval algo más mayor qué él pero más bajito. - Pero ¿de verdad que es para eso? - Mierda un listillo, pensó Gus.
-Sí, hombre, por supuesto, mira te lo juro - y casi riendo se dijo - ¡Si no no lo necesitase no lo pediría! Tío, hasta te devolveré el euro si quieres - continuó.
-No me importa el dinero - dijo el chaval, que vestía como si no saliera nada, al menos unos años atrasado - Pero no me gusta que me tomen el pelo, y mira quedamos así, te doy el euro, pero si me entero de que me has engañado, me invitas a cenar.
-¡Hombre claro! es que tengo que cobrar y por eso no he tenido el dinero. Te invitaré a cenar cuando te vea - rió para sí ya tranquilo - si nos volvemos a ver - dijo recibiendo un euro.
-Y si me has mentido, claro.
-Que no tío, venga adiós, je - y cuando él quería despistarle... ya vio que apenas al separarse el chico tan pringado había desaparecido, en la multitud de la estación. Gus por su parte se escabulló de la estación, y en donde había aparcado su moto, la cogió y se fue... ya tenía suficiente y se le había hecho tarde. Empezaba la noche. Las sombras se cernían sobre la ciudad.
...
Gus corría, le faltaba el aliento y el equilibrio, le perseguían. No sabía quienes eran, no les había visto nunca, pero sí sabía qué querían. Casi diez cosas, le perseguían. El tipo del euro le había engañado, le había hecho una encerrona, lo había notado desde hace un buen rato al rededor, podía sentirle. Primero le destrozaron la moto, y cuando se acercó casi le matan, le habían arañado. No eran unos cabrones cualquiera, eran monstruos... Él se estaba matando a correr. Pero no se los quitaba de encima, estaba solo en unas calles de polígono oscuras y desiertas, los perros aullaban a lo lejos, los más cercano callaban. Esa cosas saltaban y corrían, y algunos parecían perros, perros risueños o escuchimizados, pero de aspecto terrorífico, tanto que solamente podía medio atisbarlos en la oscuridad, cuerpos retorcidos y bestias risueñas...
No se preocupó por la esquina que torció, una esquina que acababa en un socavón y en el que cayó. Y antes de poder salir al descampado que seguía, delante suya una sombra le agarró, con demasiada fuerza de su chaqueta. Su móvil cayó e iluminó la escena, sólo para sus ojos:
-Bueno, creo que me debes una cena - soltó una gutural e inhumana voz que aun era reconocible, el chaval del euro - así que aquí estoy, viéndote y esperando - y al igual que su voz él había cambiado, sin ser más alto ahora era sobrecogedora-mente terrible, parecía muerto y feral, como si la humanidad hubiera dejado lugar a otra cosa en él. Sus manos eran zarpas, su boca dientes afilados y sus ojos le miraban voraces.
-No, por favor ¡Déjame ir! ¡Yo no merezco esto! - dijo mientras se acercaban el resto de perseguidores, y se disponían al rededor suya, como esperando algo.
-¿Y a los que faltas el respeto y mientes? ¿Ellos sí? ¿No son más que presas de tu astucia? - le reprendió- Creo que estás equivocado con respecto a tu posición en el mundo...
-Por favor, no lo volveré a hacer, en serio... ¡Te llevaré a cenar! -Dijo a la desesperada- ¿Es lo qué quieres no?
-Jajajijarjiarg - y le siguieron el resto de la jauría en sus inhumanas risas- ¿Y para qué crees que he traído a mi familia? ¡Hay que dar y recibir! - Dijo y le lanzó un mordisco que le atravesó la piel y la carne, casi dejando le sin garganta.
-¡AAAAAhrg! - y Gus perdió otra vez el pie y cayó, mientras las bestias y los inhumanos seres se volvieron iguales todos, inhumanos seres macilentos y bestiales - ¿Qué coño sois vosotros monstruos?
-Bueno, Gus, puedes estar orgulloso, somos algoles, los antiguos difuntos en soledad y por sed, ahora, nos saciaremos contigo... ¿A qué es una pena faltar a la palabra? ¿A qué te arrepientes?
-¡Sí! - Se revolvió mientras el resto le sujetaban oliendo el aroma de su sangre derramada.
-Shh, no mientas más, sh - susurraron entre todos mientras le sujetaban y le calvaban sus garras.
-Todos te hemos visto como eres en verdad - dijo también ya agachando se el que le había metido en todo esto - sobras, para todos excepto para nosotros, que comemos muertos, y tú llevas mucho así, jia.
Con terribles muecas todos comenzaron a cobrarse, cobraron en un cadáver las mentiras de una vida vacía. La vida se apagó, mordisco a mordisco, mutilación a mutilación, llegaron a quebrarle los huesos antes de morir para sacarle el tuétano. Pero antes del amanecer, nada quedaba de toda esta escena allí, pero en una esquina un barrendero recogía una botella vacía. - Jo, ¿La gente se cree que alguien se come estos marrones?
[Última fabulación por hoy de parte de vuestro amigo y ciber vecino Mario]

2 comentarios:

  1. No quiero comcomentarte nada porque voy a resultar pedante y no va a a parecer que te felicite. Pero muy bien.

    ResponderEliminar